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Analizamos a Hunter: una roca para apuntalar el juego interior

Más de un mes ha pasado entre que los primeros medios daban por hecho el fichaje de Othello Hunter por el Real Madrid y la confirmación del mismo por parte del club. Cuarenta días y cuarenta noches de incertidumbre, de miedo a no haberlo dejado todo atado y bien atado. Muchas dudas que afloran cada verano, aprovechando el incontable tiempo libre para buscar tres pies al gato. ¿Por qué el club no decía nada? ¿Sería cosa de un pasaporte fraudulento? (Hola, KC Rivers) ¿Un problema con algún fleco de su nuevo contrato? ¿O quizás un multimillonario dispuesto a tirar de chequera en el último instante? (Hola, Marcus Slaughter)

Al final, ni una cosa ni la otra. Othello Hunter no estaba muerto, tampoco de parranda y mucho menos negociando a espaldas con otro club. Su fichaje ya es un hecho y, a priori, un gran acierto del club. La continuidad de Ayón, Thompkins, Reyes y Nocioni sumada al fichaje de Randolph dejaban un juego interior casi inmejorable. Y si en algo podía mejorar es en aquello que trae el americano al Real Madrid: poderío físico.

Tegba Othello Hunter (Winston-Salem, Carolina del Norte, 28 de Mayo de 1986) es el reemplazo para Marcus Slaughter que llega un año tarde (por razones obvias). Sus 2.03 metros de estatura y 107 kilos de peso son las credenciales con las que se presenta al madridismo, al que aportará contundencia bajo los aros y una entrega desmedida. Un físico muy trabajado que le permite ser un gran defensor interior, intimidando (no siempre taponando) muchos tiros del rival y siendo muy efectivo ganando la posición y cerrando el rebote. Móvil, puede cambiar en los bloqueos aunque no se sienta tan cómodo defendiendo una penetración como esperando al base rival dentro de la zona. Su juego ofensivo se limita a poner bloqueos para los bases y ejecutar pick&roll, algo que sabe hacer de maravilla gracias a una lectura de juego mejorada con los años. Mantzaris, Sloukas y Spanoulis supieron nutrirle de balones en Olympiacos para que El Cazador finalizase, casi siempre con contundentes mates. Pese a la marcha del Chacho, el equipo de Laso sigue contando con grandes pasadores que, con Hunter, suman un socio más.

No cabe duda de que la llegada de Hunter es un gran movimiento, pero se vuelve incluso mejor si analizamos lo que el Madrid ya tenía en nómina. Si el otro día mi compañero Pablo alababa las cualidades defensivas de Anthony Randolph (puedes leerlo aquí) podemos decir que Hunter es su media naranja (baloncestísticamente hablando, claro). Mientras Randolph carece de kilos para aguantar el contacto en el poste, Hunter va sobrado de ellos. Sabiendo que Hunter sufre algo más cuando le sacan de la pintura (no quiere decir esto que sea un mal defensor exterior) en ese terreno Randolph se mueve como pez en el agua, utilizando sus largos brazos, y así sucesivamente. En definitiva, la llegada de Hunter permite a Laso contar con una pareja de interiores de lo más completa y versátil en el apartado defensivo, a la que costará hacer daño en los minutos que ambos coincidan en pista.

Para terminar, viene bien hacer un repaso a su carrera, pues se trata de un jugador que ha tenido que pelear por todo lo que ha conseguido. No drafteado, solo 23 partidos en la NBA en dos temporadas y una carrera de pintoresco recorrido: Liga de desarrollo, China, Ucrania, un paso por Valladolid que le valió llegar a Siena, donde debutó en Euroliga hace solo tres temporadas y, finalmente, su llegada a Olympiacos donde, como tantos otros, ha pasado de ser un desconocido a uno de los interiores más cotizados en Europa. Y esto es algo muy a tener en cuenta: Hunter podría haber buscado más minutos, un rol más importante o mucho más dinero en otro equipo. Pero está decidido a ganar una Euroliga y sabe que sus cualidades encajan perfectamente en la Casa Blanca. Y ese hambre de victoria es algo que Pablo Laso sabe utilizar muy bien.

Nacho Anaya Coll (@Anaya_Coll)

Redactor 24 segundos en blanco

 

Nacho Anaya Coll

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