Comenzaba uno de los cruces de cuartos con menos esperanzas para el madridismo de los últimos tiempos, y a tenor de lo visto en este primer enfrentamiento las sensaciones van a seguir igual, ya que el Real Madrid se vio superado con claridad por un rival que no tuvo necesidad de ofrecer un gran nivel para llevarse el primer tanto de la serie de playoffs.
Ya desde el principio, los pupilos de Bartzokas dejaron bien claro por qué han acabado la fase regular como líderes de la clasificación. Haciendo gala de un nivel físico (permitido por los árbitros) y de activación muy por encima del cuadro madridista, los locales barrieron al Real Madrid con un parcial de 16-2 de salida que hacía presagiar lo peor para los blancos, incapaces de encontrar a ninguno de sus referentes en pista, ya que Campazzo se veía ahogado por la intensidad de los bases griegos, Tavares enfilaba el banquillo con dos faltas y Musa volvía a naufragar en una gran cita, encadenando acciones absurdas e infructuosas en ataque con su habitual defensa transparente sobre Fournier. Para colmo de males, Chus Mateo parecía haberse olvidado del último mes y medio de Ibaka, y daba entrada a un Bruno Fernando que, si antes de la lesión ya ofrecía dudas, entrando fuera de ritmo dio el rendimiento esperado para mal. Ya no es que pidamos al entrenador que corrija problemas, es que nos conformaríamos con que mantuviese lo que funciona.
Los 14 puntos de desventaja con que se entró al segundo cuarto se antojaban hasta cortos visto lo visto, y la entrada por fin de Ibaka junto con la defensa de Abalde sobre Fournier bajaron el ritmo anotador griego. Sin embargo el equipo seguía sin encontrar soluciones en ataque, encadenando pérdidas (13 en total en la primera mitad) y tiros en mala situación, representados en un Hezonja que cogía el testigo de su brate en lo que a decisiones pobres se refiere. Un voluntarioso Feliz tampoco conseguía mover al equipo, que seguía a merced de lo que Olympiakos dictase en el partido, y es que a los griegos les bastó un arreón poco antes del descanso para poner la máxima antes del descanso, con +19 puntos.
Hablaba Chus al descanso de que había que limitar las pérdidas, pero quizá olvidó decírselo a los jugadores, ya que el tercer cuarto comenzó con dos seguidas. Si bien es cierto que ambas fueron en acciones discutibles arbitralmente, lo que llevó al técnico madridista a recibir su segunda técnica y acabar expulsado. Campazzo continuaba ofreciendo su versión más preocupante, descuidado con balón y sin atrevimiento alguno de cara al aro. Esta vez sí, la entrada de Feliz cambió la cara al equipo, y acompañado de una segunda unidad que subía el tono defensivamente generaron la ilusión de estar en partido para el Real Madrid, ilusión que se encargaba de apagar el cuadro local, atajando los acercamientos madridistas con momentos de acierto en situaciones claves, no dejando al equipo rebajar nunca la barrera psicológica de los 10 puntos.
Se ve que Chus se dejó el Excel con los cambios en el banquillo, ya que, sin entender muy bien por qué, el quinteto que mejor había competido en todo el choque se fue desmontando gradualmente en el último cuarto. Y la vuelta de unos titulares que ni estaban ni se les esperaba en la noche de hoy acabó dando el resultado esperado, un nuevo tirón de Olympiakos en el marcador, que sólo encontró respuesta en dos triples a la desesperada de Llull, que no encontraron respuesta por parte de sus compañeros. Mientras tanto el equipo griego continuaba gestionando los tiempos del partido para llegar al final del mismo con todo bajo control.
Es duro decirlo, pero las sensaciones no se corresponden con el marcador, que podría haber sido más abultado de haberlo querido nuestro rival. Tocará probar alternativas desde el banquillo, subir el rendimiento por parte de los jugadores clave y buscar otro kioskero en Atenas, esta vez del lado verde de la ciudad.
Deja un comentario