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#Opinión | Gustavo Ayón, el pívot que cambió el Real Madrid de Laso

La etapa de Gustavo Ayón en el Real Madrid ha llegado a su fin. Un ciclo de cinco temporadas en el que el jugador mexicano ha ganado todo lo posible en Europa con el conjunto blanco, siempre con la mitad de la cabeza en la pista y la otra mitad en México. Un lustro después de su aterrizaje en la capital española, su delicada situación familiar obliga al ’14’ a abandonar Madrid y regresar quién sabe si a la NBA o a su país natal.

Con él acaba gran parte de lo que ha simbolizado el Real Madrid de Pablo Laso. Ironías del destino, a estas alturas de 2014 sus derechos en España pertenecían al Barcelona, comprados al Fuenlabrada tras un brillante paso por el Fernando Martín. Pero tras su paso por la NBA el conjunto culé no le esperó. Estados Unidos se había hecho demasiado pesado para su maltrecho hombro y decidió volver a Europa. Llegó septiembre y el Real Madrid, que quería un pívot nuevo tras quedarse por segunda vez consecutiva a las puertas de la Euroliga, llamó a su puerta. Lo que viene después de pagar al Barça casi medio millón de euros por sus derechos lo sabemos todos.

Casi todos hemos comentado alguna vez que la llegada de Rudy Fernández al Real Madrid fue lo que inició todo el cambio. También hemos hablado de que era el Real Madrid de los Sergios, que juntos formaban la mejor pareja de bases del continente. Pero el equipo soñaba con la gloria europea y, cuando la tenía delante, algo hacía que se escapase. El verano de 2014 marcaba un antes y un después en la historia del Real Madrid con la llegada de Andrés Nocioni y de Gustavo Ayón. Los jugadores que lograron que el equipo, por fin, hiciera click.

Del argentino ya se ha dicho todo lo que se podía decir. Fue un fichaje repleto de dudas y venía a reemplazar a la gran promesa del club, Nikola Mirotic, que encima salió de forma amarga del equipo. Nos cerró la boca a todos con creces. Pero solo con el argentino estoy convencido de que al Madrid le hubiera seguido faltando algo. Los equipos formados por Laso en temporadas previas eran equipos que funcionaban a través de una batería exterior de ensueño, un engranaje perfecto que tristemente cuando llegaba mayo dejaba de girar todo lo bien que debiera ante defensas más exhaustivas.

El gran debe de Laso era la posición de pívot. Al técnico vitoriano, que jugó toda su vida de base, se le recriminaba que había sido incapaz de sacar provecho de los jugadores interiores que había tenido. De Tomic a Bourousis, pasando por Begic o Hettsheimeir entre otros. Es cierto que el griego no funcionó mal, también que tuvimos en Slaughter al que sí sacó rendimiento, al menos defensivamente. Pero ninguno de ellos brilló como lo hizo el Titán. Ninguno entendió lo que Laso buscaba en un interior como lo hizo él. Gustavo Ayón se convirtió en el ansiado pívot que buscaba Laso, la pieza final del puzzle.

Un interior ágil, buen reboteador, capaz de aguantar emparejamientos con los exteriores rivales y, encima, un portento en ataque. Porque sí, aun con la llegada de Ayón, el Real Madrid seguía y ha seguido hasta ahora basando su ataque en sus maravillosos jugadores de perímetro. Pero es que Ayón, a través de su inteligencia en pista, se convirtió en el mejor aliado tanto de Sergio Rodríguez como de Llull. Un interior con talento para anotar en la zona que además agilizaba el ataque gracias a su capacidad de pase. La dependencia de generación por parte de los exteriores había disminuido a niveles nunca vistos en la era de Laso.

Pero todo esto lo vimos, sobre todo, a partir de mayo de 2015. La semifinal de la Euroliga en el Palacio de los Deportes contra el temido Fenerbahçe de Vesely. Hasta entonces, por motivos personales y de lesiones, no habíamos logrado ver la mejor versión del mexicano. Un segundo cuarto para la historia en el que Gustavo Ayón se ganaría para siempre a la afición del Real Madrid. Un partido memorable con el que disipó cualquier atisbo de duda sobre él. Dos días más tarde el Real Madrid volvía a coronarse como campeón de Europa tras veinte años de sequía. Era el segundo título que ganaba con el Real Madrid, tras la Supercopa ganada en septiembre.

Cuatro años y un mes después de aquel partido que lo cambió todo, Gustavo Ayón se despide del Real Madrid con dos Supercopas, tres Copas del Rey, una Copa Intercontinental, cuatro Ligas ACB y, por supuesto, dos Euroligas.

Allá donde vayas, suerte para ti y tu familia. Siempre estarás en el corazón del que ha seguido durante este tiempo a este maravilloso equipo. Gracias por todo, Titán.

 

Foto: Euroleague.net

Victor Vera Santos

Redactor 24segundosenblanco.

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