Victoria sin excesivo desgate para el conjunto madridista, que certifica el descenso de su rival en el día de hoy.
Llegaba el Real Madrid a la cita liguera sin nada en juego más allá de aumentar sus récords de victorias, tanto en esta edición de la ACB como el invicto en casa, que se extiende a marzo del año pasado. Y lo hacía ante un Covirán Granada que llegaba con el agua al cuello, con la necesidad de ganar para evitar el descenso de categoría.
Ante la atenta mirada de Luka Doncic, siempre recibido con cariño en el Palacio, el partido comenzó tranquilo para los de Chus Mateo. Los nervios atenazaban a un Granada con poco atrevimiento en ataque, lo que permitía que la defensa blanca viviera tranquila, sin necesidad de realizar grandes esfuerzos. En ataque el equipo movía el balón con eficiencia, encontrando buenas situaciones de tiro y desplegando un juego coral que abría la primera ventaja del encuentro, a la par que permitía al técnico blanco dosificar esfuerzos, tal y como viene siendo habitual en estos últimos partidos sin nada en juego.
Ya en el segundo cuarto, la entrada de Hugo González añadió una marcha más al equipo, especialmente en lo que a las transiciones respecta, y de la mano del canterano el Real Madrid amplió su ventaja en el marcador hasta una máxima de 17 puntos. Fue entonces cuando Granada despertó y volvió al partido de la mano de Amine Noua, que conseguía anotar en diversas situaciones ofensivas, liderando un parcial de 1-9 para los nazaríes, lo que les permitía llegar al descanso aún vivos y con la diferencia por debajo de 10 puntos.
En la segunda parte el partido entró en un tira y afloja, con Covirán haciendo la goma, llegando incluso a situarse cinco puntos por debajo en el marcador, y un Real Madrid que gestionaba esfuerzos, subiendo una marcha cuando tocaba y ampliando la ventaja a una diferencia más cómoda. Mateo alternaba defensores sobre un Noua que era el único foco de peligro visitante, y Hugo aprovechaba la buena cantidad de minutos de la que disponía para exhibir sus virtudes, dejando acciones espectaculares tanto defensiva como ofensivamente.
Con el partido rondando la diferencia de diez puntos se entró en el último cuarto, pero el paso de los minutos fue haciendo mella a un Granada que veía como se le acababa el tiempo, lo que unido a la entrada de un Tavares que firmó un doble-doble, acabó rompiendo el partido. Tras un triple que hacía soñar a los nazaríes con la machada, Hezonja consiguió un 2+1 que terminó de quebrar el espíritu rival. Tras esta acción el conjunto dirigido por Pablo Pin se fue consumiendo por los nervios y la impotencia, encadenando errores que permitieron al Real Madrid anotar en transición casi sin querer, ampliando la ventaja y haciendo que los minutos finales fueran un trámite.
Una nueva victoria sin apenas desgaste que permite seguir ganando confianza de cara al playoff, donde esperemos que el equipo no acuse este mes sin apenas objetivos cuando toque volver a apretar los dientes en la lucha por el título
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