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Merengue Merengue | De Pitos y Aplausos

Nunca he sido partidario de tener la más mínima condescendencia con el rival durante un partido en juego. Siempre me ha parecido una auténtica panoflada lo de aplaudir una canastón del rival y que dicha reacción sea alabada por los medios como un síntoma de deportividad y ausencia de fanatismo en las aficiones. Esto no es ni debería ser la NBA en donde el entretenimiento y la imagen se anteponen a la pasión y a la fidelidad a unos colores. ¿Por qué hay aficionados tan hipócritas que entre insulto e improperio vertido hacia la estrella del equipo rival le aplaude un canastón como si aquello fuese la hostia del cura que le absuelve de sus pecados anteriores?

El respeto al rival debe estar siempre presente tanto en la cancha como en las gradas. Nadie debería justificar cánticos tan miserables como mofarse del fallecimiento del icono deportivo de un rival o presentar a dicho grupo de animación como un modelo a seguir. Tampoco uno se debería acordar de las señoras madres de los deportistas, ni siquiera verter algún tipo de insulto directo o gesto obsceno hacia algún jugador por el simple hecho de que nos parezca un provocador, haya hecho alguna acción que merezca una recriminación o simplemente nos esté pasando por encima. Para albergar primates siempre han estado las reservas naturales, la jungla o el zoo. Los pitos, abucheos e incluso la ironía suelen ser recursos más efectivos a la hora de censurar dichos comportamientos.

En esta ocasión, sin embargo, uno de los rivales que nos vamos a encontrar esta noche a partir de las 21:00h en el Palacio, bares y sofás es un viejo conocido de la afición madridista: Sergio Rodríguez, popularmente conocido como El Chacho o La Barba. Y el debate en un sector amplio del madridismo es cómo reaccionará la afición local a la hora de recibir a su ex. Si bien en las relaciones sentimentales se suele borrar todo rastro posible de una ex pareja a la que se suele situar en una diana y lanzar dardos en las semanas posteriores a una ruptura, culpándola de todos los males y desgracias que nos acechan, en el baloncesto se suele ser mucho más condescendiente con aquellos jugadores que han dejado su impronta en el club blanco antes de elegir un cambio de aires siempre y cuando a posteriori no recalen en Mordor (vale, el Palau Blaugrana).

Su inesperada y algo improvisada salida del club en el verano de 2016 rumbo a la NBA generó fricciones o ataque de cuernos para algunos y lamentos o muestras de agradecimiento para otros. Discutir en diferido año y medio después acerca de si su despedida de la entidad madridista ha sido buena o mala es un esfuerzo inútil.

Desconozco cuál va a ser la reacción de la afición esta noche. Ni se me pasaría por la cabeza dar lecciones a nadie de cómo debe comportarse. Pero si os puedo confesar cual va a ser mi reacción en el regreso del Chacho a Madrid: aplaudir y pitar.

Ahora pensaréis que estoy loco o que quiero asumir una postura de extremo centro y quedar bien con todo el mundo. Nada más lejos de la realidad. Si asistiese al Palacio primero le aplaudiría en cuanto hiciese acto de presencia en el terreno de juego y su nombre fuese anunciado por nuestro querido speaker Don Pedro Bonofiglio por megafonía. Incluso al término del encuentro, independientemente del resultado cosechado, me levantaría a darle una última ovación como gesto de respeto y agradecimiento por su importante aportación a la hora de cosechar varios títulos con la camiseta del Real Madrid, especialmente la tan ansiada Novena. Pero lo que jamás haré será mostrar ningún atisbo de panoflismo o alegría en cada canasta o acción de mérito que realice durante los cuarenta minutos reglamentarios.

Mi equipo es el Real Madrid, no el Real Chacho (ni siquiera el Real Llull). Es más, lo pitaré como al grandísimo rival que tenemos en frente y le desearé lo peor deportivamente hablando cada vez que asista a algún compañero o tire a canasta. Si acabase el encuentro con un 0/8 en tiros de campo y 5 pérdidas, mejor.

El CSKA es uno de nuestros rivales directo en el camino a la Décima y por tanto desearle el mal deportivamente hablando al Chacho es desear que le vaya mal a uno de los clubes más potentes de la competición. Seguro que los criaturos de 24segundosenblanco estarían de acuerdo con esta afirmación. O no. Qué más da. Hala Madrid.

 

Brais Iglesias Castro

Director de 24segundosenblanco

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