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Los nombres de la Euroleague | Pierre Oriola: el vecino que siempre saludaba.

No es extraño encontrar en los informativos la típica mala noticia acerca de un vecino al que se le va la olla y termina en la cárcel por algún tipo de delito. Ese animal entrevistador ávido de historias acerca el micrófono a la presa vecino y le masculla:

– ¿Cómo, díganos, cómo era este cruel vecino de usted que ha cometido semejante crimen?

– Pues la verdad es que era muy normal. Sonreía, era muy trabajador. Y siempre saludaba -añadía el aturdido vecino-.

<<A ver qué creéis, tontolabas, no os va a decir que es un asesino>>. Disculpen, esto último es el comentario pertinente de mi madre después de escuchar la noticia. Y si no lo pongo, para mí nunca estará completa.

Pierre Oriola (Lleida, 1992), es ese vecino que no te cae muy allá pero que siempre saluda. De hecho hace menos de un mes volvía a saltar a la cancha henchido de orgullo por encima del cadáver blanco, aún caliente, a festejar y saludar a los suyos, su familia culé. Sí, Oriola animó a la plantilla del FC Barcelona a salir a la cancha a festejar la victoria que consiguieron ante un Madrid que miraba de reojo a la Euroleague y a la recuperación de Sergio Llull.

Oriola machaca ante Tavares y Carroll (Euroleague)

Y no nos confundamos. Un partido intrascendente de una liga nacional muy larga y que apenas tiene mayor relevancia que su resultado, y más siendo paralelo a la competición más grande, más larga y más exigente aún que la casera, no es lo que se celebra. Y eso Oriola lo sabe muy bien, y por eso saludará siempre que se gane al Real Madrid.

El 4 de Enero de 2012, Martynas Pocius <<iluminaba el camino y situaba líder>> a un Real Madrid que se sacudía <<la tiranía del Barça>> en los últimos clásicos y lo más importante, conseguía una victoria <<que los ayudó a crecer>>: ese día el Palacio de los Deportes celebró su partido de liga intrascendente. Era el primer año de Pablo Laso en el banquillo. En pista Mirotic, Jaycee, Sergio Rodríguez, Llull… Se veía que derribar aquél muro era más que importante para llegar adonde el Real Madrid está hoy en día, dos copas de Europa ganadas después.

Y por ello Oriola salía a saludar a la pista. Saben que el Real Madrid, a día de hoy, es el rival del baloncesto nacional y continental: la piedra de toque que habla del futuro cercano de la plantilla culé. <<Evidentemente el Madrid está a años luz de todos nosotros>> (Vavel, Marzo 2018).

Pierre Oriola ante Fenerbahçe hace dos semanas (Euroleague)

Pero, ¿dónde se encuentra realmente el equipo azulgrana? En primer lugar se podría hablar del proyecto en el banquillo. Hace un año, tras su flamante fichaje tras pago de cláusula de un millón de euros a Valencia Basket, Oriola sentía que el proyecto de Sito Alonso <<traía algo especial>> (Sport, Octubre 2017), <<Desde el primer día todos los jugadores han captado la idea del entrenador y la filosofía que quiere implantar. El ambiente en el vestuario es muy bueno y eso es básico>>.

Meses después ya no era especial, tampoco había tal ambiente y el equipo se deshacía de Sito Alonso, recurriendo a Svetislav Pesic: <<Cambio táctico ha habido, sobre todo en defensa. Estamos siendo mucho más agresivos, negando más las líneas de pase… Nos estamos ayudando mucho (…) pero también ha habido un cambio mental en el equipo, en cuanto a la confianza que nos ha dado>>.

Encantado de hablar bien de todo el que cuente con él, a Pierre le gusta sobretodo el esfuerzo y el trabajo en equipo, su principal característica como jugador. Alguien intenso, de gritar a la grada, animar, meter ese punto de tensión y si puede ser, desestabilizar al equipo contrario. Cierta capacidad para tirar por dentro e incluso por fuera, así como aportando al rebote, a veces se ve deslucida por su mayor virtud: tocar las narices al rival.

Oriola junto a Rafa Martínez celebrando la ACB ganada al Real Madrid (Euroleague)

En un equipo con Tomic, Claver o Seraphin, el ilerdense sabe que la plaza de tirano con carácter que pueda odiar el madridismo está accesible y su disfraz resulta tentador. Pero el madridismo es lector acostumbrado a tiranos recurrentes y para ello será primero necesario dejar de ser un malo de páginas intrascendentes.

El equipo sobrevive. Pesic, viejo, muy viejo, sabe hacer baloncesto de entreguerras. Heurtel ya ha sido cacique de quintetos de guerrilla. Pangos ha sido el apoyo anotador de un Saras que necesitaba complementar a Micic. Pero más allá de salir a celebrar una victoria ante tu máximo rival, la diferencia está en el nivel de ilusión que pueda generar un fondo de plantilla que apenas vislumbra futuro.

Oriola llega con sus 5 puntos y 3.9 rebotes a Madrid para intentar saludar a su afición, si es que la ve allá por el rincón alto del WiZink Center. Mirarla con los brazos en alto y decir: “podemos competir, es el momento”, esperando a que Heurtel decida jugar más partidos que contra el conjunto blanco para que la afición madridista no termine diciendo <<pues no sé, no eran malos chicos, siempre saludaban>>.

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