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Los nombres de la Euroleague | Nando De Colo, quizá un punto más.

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Quien esto escribe tuvo la oportunidad de entrevistar a Nando De Colo (Sainte-Catherine, 1987) en la Final Four de Madrid de hace unos años. Sí, aquella Final Four. La de Nuestra NovenaSi recuerdan bien aquél CSKA venía siendo víctima de un maleficio. Bueno, qué demonios, el maleficio parece retener a ese cúmulo de talento que tiene el equipo ruso. El más potente de Europa.

La semana pasada ante Maodo Lo, en la victoria contra Brose.

Que si Kirilenko fallaba un pase, que si Aaron Jackson no era capaz de sujetar una pelota. Que si Khryapa se dejaba robar un balón por Tyrese Rice o que si Teodosic era culpado porque no era capaz de anotar cincuenta puntos para hacer campeón al equipo del ejército ruso.

Imbuido en esos pensamientos fui al encuentro del francés que terminaba su primer año en Moscú. Todos conocéis la historia: De Colo se había convertido no sólo en el complemento perfecto de Milos Teodosic, sino que alguno llegó a aventurar que el escolta era el jugador más importante del equipo. ¿Candidato a MVP? <<No>>, me dijo él. Cuando se lesionó aquél Invierno que le apartó de las canchas dos meses, Teodosic se convirtió en un gigante que ocupó dos puestos, sumando con números y consolidando su liderazgo: <<él es el candidato al MVP>>.

La dupla que formó con Milos Teodosic consiguió una sintonía perfecta.

Nando sabía muy bien el rol que debía desempeñar en CSKA. Resulta hasta obvio que Itoudis tenga en plantilla a alguien que sepa con exactitud qué tipo de trabajo debe desempeñar y dentro de qué jerarquía. Inmerso en ese equipo Nando sería el anotador: carga ofensiva, con una gran zancada como primer paso que le permitía encontrar el aro en la zona, a media distancia o generar un espacio precioso por fuera. Por fin era un tirador fiable desde la línea de tres, quizá el único <<pero>> que tenía en Valencia. Parecía que los años de Popovich daban su fruto, decían los fervorosos del entrenador de los Spurs. Yo creía que parte de esa perfecta forma de encajar se debía, sobretodo, a la claridad de un proyecto tan marcado.

Un proyecto el cuál exigía a Milos ser un auténtico base, líder, moviendo al equipo y siendo agresivo sólo cuando fuese estrictamente necesario: cuando el cuerpo se lo pedía. Genio, para ti el equipo. Fue tan así que se formó un equipo en torno a él para que apenas tuviese que defender, con aleros y escoltas con una lectura defensiva maravillosa, a las espaldas del base serbio. Jackson, Vorontsevich, Fridzon, Weems, Higgins… De Colo tenía que ser la cobra que inyectara de veneno el ataque. Y vaya que lo hizo.

Con Popovich en San Antonio, NBA

Pero servidor que es un tanto coñazo, pues le tenía que preguntar por ese fantasma de la Final Four. ¿Sabes que tu equipo duda en los momentos donde se ganan Copas de Europa? <<Yo no he estado aquí en esos momentos, por lo cuál creo que estamos trabajando ajenos a lo que haya podido pasar antes, sólo en el futuro>>.

La respuesta fue mucho más allá, alegando trabajo y números, jugadores y momentos de forma. En parte tenía razón, pero me dio la sensación de que Nando, en ese momento, no estaba teniendo en cuenta algo que es más que el baloncesto mismo: la cabeza. Y lo ignoró.

Creo que no hace falta recordar qué tipo de Spanoulis le pasó al CSKA posteriormente y qué tipo de remontada griega volvió a suceder. De Colo miraba cariacontecido la secuencia, escondido en el último cuarto. Máximo anotador de CSKA con 18 puntos que dejaron sabor a un mal partido, no nos vamos a engañar. 4/12 en el tiro y tan siquiera mirar el aro en el último cuarto. Pegado a la esquina, escondido bajo Lokeski o Mantzaris. Cuando le vi la cara comprendí que acababa de conocer al monstruo de la Final Four. Es más, sus ojos reflejaban cómo el monstruo le miraba fijamente a la cara mientras le musitaba la retahíla de nombres de CSKA caídos en combate: Kirilenko, Khryapa, Jackson, Shved. De Colo.

Estamos en 2018 y sigo teniendo la impresión de que Nando De Colo sigue recordando aquella mirada oscura de un monstruo que no olvidará jamás. Por medio hay una Euroleague ganada. Por fin para los moscovitas. Pero teniendo que asaltar la mala suerte con pico y pala. Una victoria con milagro. No nos engañemos, aquél tiro en el último segundo del francés rebotó con la violencia con la que golpea el fracaso. Pero apareció Khryapa, redimiendo en el último segundo su error cometido dos años atrás. Y Teodosic se quitó un peso. Y De Colo empezó a recordar para lo que estaba ahí. Y en la prórroga ganaron.

La segunda jornada le trajo a Madrid, donde no cuajó un buen partido.

Pero el año pasado volvió la misma cabeza, las mismas piernas. Y el reflejo del puto monstruo. Ganar la Euroleague un año y volver a pasar por lo mismo otra vez. Olympiacos. Ya no sabía su nombre. O Vitaly o Andrei. Por no hablar con la selección francesa, aquella a la que estaba llamado a liderar y que por unas cosas y por otras se hunde, como todo el conjunto bleu.

Y entonces yo no dejo de imaginar en lo que pensará De Colo. Ya, esa manía tan griega de colonizar cabezas ajenas. Quizá en el top 3 de los mejores jugadores de la competición desde hace tres años, considerado por muchos el más valioso. El líder de un CSKA sin Teodosic, tirando mejor que nunca con porcentajes por encima del 50% tanto en tiros de 2 como de 3. Una auténtica barbaridad. Cogiendo rebotes como nunca y asistiendo a rebufo del Chacho. Líder del líder y auténtico rival a batir.

Pero en mis pensamientos sigo viendo que algo le falta a De Colo, quizá un punto, como decía mi madre. Ese punto en que alguien brillante pegue el golpe definitivo en el momento de la verdad. Convertirse no sólo en uno de los mejores sino en el ganador, el que estará ahí en todo momento. Esa es la idea que habrá tenido Itoudis cuando le ha faltado el serbio de la mirada entornada, probablemente. Pero esa idea la comparte toda Francia. Nando De Colo es, a día de hoy, alguien capacitado para ser el mejor. Pero la falta un punto, el punto de ganador. Este es un buen momento para conseguirlo.

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