En el día en el que el Palacio homenajeaba a una leyenda fallecida como Rafa Rullán llegaba el Real Madrid tocado por la eliminación europea ante Olympiacos, y el equipo respondió imponiéndose con autoridad al tercer clasificado de la ACB con una gran actuación de Andrés Feliz.
Comenzaba el encuentro con el plan de salida habitual por parte de Chus Mateo: balones a Tavares en las primeras acciones ofensivas, el pívot madridista aprovechó la atención que generaba su superioridad ante interiores menos potentes cerca del aro, como eran Costello y Pradilla, para sacar bien el balón de dentro hacia fuera, encontrando a compañeros en situación de ventaja, lo que generó espacios para el propio jugador cavoberdiano en el uno contra uno. Esta situación, unida a un buen nivel defensivo por parte del conjunto madridista, ralentizó el ritmo del partido, haciéndolo más incómodo para un Valencia que no conseguía entrar al choque hasta casi el final del primer período, donde la entrada de Feliz avivó algo más el encuentro, haciendo que los blancos perdieran algo de control sobre el mismo.
En el segundo parcial se mantuvo la dinámica del final del primero, ya con toda la segunda unidad sobre el parqué el partido se mantuvo en los derroteros que convenían a los de Pedro Martínez, ayudados por la bajada del nivel defensivo de los suplentes madridistas, que llegaron a final de cuarto sin cometer faltas. Acusaba el equipo la baja de Ibaka y la poca participación de Garuba, ya que Bruno Fernando, que dejaba buenos movimientos en ataque, sufría en defensa ya fuera en el emparejamiento directo contra Brimah o intentando proteger el aro ante las penetraciones de los exteriores visitantes.
Mateo buscó cortar la sangría con la entrada de Tavares y Campazzo, y un par de triples del argentino mantenían a su equipo por delante al descanso con el 46-44.
En la reanudación Valencia Basket siguió manteniendo el ritmo que le caracteriza, ya que esta vez sus pívots abiertos conseguían incomodar a Tavares, que acusaba el desgaste y pedía el cambio agotado. Mientras tanto el acierto de Musa y Abalde, que aprovechaban su amenaza exterior para generar espacios que ellos mismos aprovechaban atacando el aro, mantenían al equipo por delante.
La segunda rotación de Andrés Feliz se convirtió en el punto de inflexión del encuentro, ya que el base dominicano cuajó un segundo tiempo sobresaliente, brillando no sólo en labores más oscuras como el rebote ofensivo o la defensa, si no que también hacía daño en ataque, encontrando caminos al aro con una facilidad asombrosa y dando la sensación de ser omnipresente en pista, y es que el Tigre acabó el encuentro con 26 de valoración (20 puntos, 4 asistencias, 5 rebotes) gran parte de ella cimentada en este final de tercer cuarto e inicio del último, donde el Real Madrid alcanzó su máxima diferencia de 19 puntos.
Con todo prácticamente decidido, el equipo se dejó ir en el último parcial, ya que Chus gestionaba descansos y ahorraba carga de minutos a los jugadores importantes, lo que llevó a Valencia a recortar la distancia por debajo de los 10 puntos, aunque sin poner nunca en riesgo la victoria. Esta relajación blanca generó una situación de tensión entre Campazzo y Bruno Fernando, ya que el argentino recriminó a su compañero su falta de dureza en defensa, llegando ambos jugadores a encararse antes de que sus compañeros los acabaran separando para evitar males mayores.
Por si aún quedaban dudas, la victoria de hoy permite despreocuparse por el liderato en liga de cara a los playoffs, y permitirá tomarse el mes que queda de liga regular con más calma, y sin la necesidad de forzar a los jugadores importantes en los partidos que quedan. Además de confirmar que Andrés Feliz ha llegado a la temporada blanca para quedarse, ya que el dominicano ha disipado del todo las dudas con las que empezó el curso.
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