Llegaba la que quizá sea la salida más asequible para el Real Madrid en lo que queda de Euroliga, ante una Virtus sin nada que hacer en la competición y plagada de bajas, y la obligación de ganar a pesar de los problemas para sumar fuera de casa parecía clara si se quieren mantener opciones de post-temporada. El equipo cumplió gracias a una buena primera parte, pero empeorando las sensaciones en la segunda mitad, pese a que nunca peligró el resultado.
Arrancó el encuentro con los de Chus Mateo ofreciendo una mejor cara con respecto a partidos anteriores. Sin demasiados alardes, pero encontrando con facilidad a Tavares en el pick&roll central, el cuadro madridista generaba ventajas ante la inoperancia defensiva de su rival, dichas ventajas eran capitalizadas por el propio Edy o por un Garuba que parece asentado como cuatro titular, y que dejó buenas sensaciones jugando sin balón para dar más opciones a sus compañeros en ataque, además de la habitual intensidad defensiva. Esta mejora en el juego sumada a la aportación de Musa, que por fin firmó un partido a la altura de su nivel, permitía al equipo romper el partido de salida, mientras el conjunto italiano sobrevivía gracias al empuje de Rayjon Tucker, que aprovechaba el emparejamiento favorable del propio Musa en defensa.
La salida de Tavares en pista abrió un poco el partido en ambos aros, con Bruno Fernando entrando en un toma y daca con Zizic, anotando y olvidándose de defender ambos a su par. Con todo y con eso la segunda unidad seguía negando el resto de opciones ofensivas a los locales, mientras un Feliz muy agresivo de cara al aro anotaba seis puntos para ampliar una ventaja que llegó a estar en +19 con la vuelta al partido de Musa y el dominio en la pintura de Ibaka, que tuvo que entrar al cometer Bruno Fernando la segunda falta. Tan solo Hezonja, que rompió su mala racha en el triple pero se le vio muy obcecado forzando tiros, desentonaba. En Virtus Cordinier amagaba con entrar al choque, dejando el resultado al descanso en un cómodo 33-50, a pesar de otro mal día en el lanzamiento exterior blanco.
Tras el descanso parecía que el partido sería un paseo madridista, los de Ivanovic salieron sin la intensidad defensiva que caracteriza a los equipos de Dusko, estando incluso él mismo apagado, y el Madrid apenas tenía que elaborar para encontrar a Tavares bajo el aro. De perdidos al río, el entrenador serbio se la jugó con un quinteto pequeño, colocando a Graziulis como pívot, lo que le permitió abrir el campo con un triple del lituano y otro de Hackett. Mateo respondió sacando a Fernando y buscando al angoleño en el poste bajo de manera casi obsesiva, a pesar de que el pívot madridista era incapaz de generar ventaja en la mayoría de ocasiones, siendo muy poco ayudado por el escaso movimiento ofensivo de sus compañeros, todo hay que decirlo. El “acierto” exterior seguía hundiéndose a los paupérrimos niveles del último mes, y tan solo un rival igual de desacertado permitía mantener la ventaja en unos cómodos 14 puntos.
La dinámica de partido se mantuvo en el último periodo, y Chus recurría a Tavares para intentar recuperar el orden en la pintura, tanto ofensiva como defensivamente, así como un Campazzo que, sin el brillo de principio de temporada, sí que ofreció una versión más sólida, sobre todo en el manejo de balón. Hezonja y Llull parecían empeñados en hacer la guerra por su cuenta, pero una vez más la falta de acierto rival no penalizaba el desacierto de ambos, que acabaron viendo los minutos finales desde el banquillo, sustituidos por Garuba y Abalde respectivamente. Así, con un juego ramplón por parte de ambos equipos (el Real Madrid anotó 30 puntos en toda la segunda mitad), se estabilizó la ventaja, llegando al final del partido.
La victoria es una gran noticia en clave clasificatoria, y más ante la dificultad de sumar fuera de casa, pero sin duda las sensaciones siguen lejos de ser positivas. Y es que la segunda mitad ha sido un recordatorio de que los problemas del equipo siguen presentes, y solo el hecho de jugar ante un rival desahuciado ha evitado que tiren por tierra el buen hacer de la primera mitad.
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