Con ambos equipos más pendientes de la Euroliga, llegaba el típico clásico primaveral de “entreguerras”, esta vez sin ni siquiera el aliciente del liderato en juego. Y se notó en un partido en el que el Real Madrid se impuso en el Palau sumando una nueva victoria ante el eterno rival en esta temporada.
Quizá debido a la relativa importancia del partido, Mateo se permitió el lujo de experimentar en el quinteto titular, con un Sergi Llull que cumplía efeméride (cuándo no) jugando su clásico número 65. Y el capitán lo celebró por todo lo alto, anotando dos triples sin fallo y 8 puntos de salida que permitían a los blancos asestar el primer golpe al encuentro. Pero lo que Chus te da, Chus te quita, y el emparejamiento de Gabi Deck con Kevin Punter fue una vía de agua constante en la defensa madridista, siendo la ebullición del americano y el rebote ofensivo ante un Tavares abandonado a su suerte los asideros del Barcelona en el partido, llegando a remontar la ventaja inicial con un parcial de 16-2. El técnico madridista se sencomendó a Hezonja pero el croata, demasiado obcecado en silenciar los pitos de la grada, dejó unos minutos terribles que le devolvieron pronto al banquillo.
El segundo cuarto trajo consigo el primer descanso para Punter, situación que acusó su equipo, que comenzó a sufrir en estático ante la defensa blanca, con un Andrés Feliz que sufría en la dirección de juego pero imponía su físico en el perímetro, provocando pérdidas y malos ataques culés que permitieron al Madrid anotar con facilidad en transición. La vuelta de Tavares a pista aclaró el panorama ofensivo madridista, permitiendo a Feliz producir a partir del pick&roll con el pívot africano y encontrar a un Musa que abría una mínima ventaja con 6 puntos.
Tras el paso por vestuarios el partido entró en un tramo mucho más trabado y físico, con el listón para los contactos subiendo notablemente. Esto permitió al Real Madrid mantener la propuesta del segundo cuarto, aprovechando el buen nivel defensivo para poder correr y hacer daño a un rival que se mantenía en el encuentro gracias a la verticalidad de Brizuela y Santoransky atacando el aro blanco. Una técnica a Peñarroya, que se pasó todo el partido siendo un macarra en la banda, calentó los ánimos, lo que llevó a Fall a autoexpulsarse por doble técnica, primero por encararse con Tavares y luego por tocar el balón tras una canasta de su equipo, no parece el lápiz más afilado del estuche el bueno de Youssoufa la verdad. Sin su referente interior, el técnico barcelonista apostó por Parra y Parker en la pintura, olvidándose de Willy una vez más en momentos clave. Esta circunstancia la aprovechó el Madrid para buscar la pintura primero con Ibaka, que salió para enfriar un poco a Tavares, acompañado por un Garuba muy agresivo tanto cortando desde la esquina como cargando el rebote ofensivo. Nuevo arreón madridista que parecía poner la directa hacia la victoria.
A la salida del último parcial, los blancos parece que quisieron devolver la emoción al partido. Dos pérdidas muy baratas, una de los brates y otra de Feliz, obligaron a Mateo a pedir tiempo muerto y devolver a un Hezonja para olvidar al banquillo. Apostaba Chus por Abalde y los cambios con Garuba para secar a Punter en el tramo final, y si bien es cierto que el americano estuvo más desdibujado, sus compañeros exteriores le recogieron el testigo, aprovechando los desajustes defensivos para atacar desde fuera, poniendo en problemas a un Ibaka que se veía desbordado ante los excesivos espacios en defensa. Para corregir esto el técnico madridista dio entrada a Tavares, buscando compensar las carencias derivadas de su apuesta por Llull y Musa como acompañantes de un Andrés Feliz que se jugó el tramo decisivo, y respondió aportando puntos y personalidad a la hora de buscar la canasta rival. Sigue dando pasos agigantados el Tigre, dejando una gran actuación. La apuesta de Mateo acabó saliendo bien, y es que Llull (19 puntos al final), con un triple afortunado marca de la casa primero, y luego Musa, aprovechando un espectacular rebote ofensivo de Tavares, abrieron una ventaja que parecía definitiva. En el carrusel de tiros libres posterior el equipo se complicó la vida de más, concediendo canastas demasiado fáciles sin apenas consumir segundos en defensa, y con dos fallos de Deck que pudieron costar caro, pero una vez más Tavares aprovechó la superioridad ante la falta de centímetros en la pintura blaugrana para cerrar el encuentro con un rebote ofensivo, o pudo ser así de no mediar una pérdida bastante absurda, que acabó concediendo a los locales un último lanzamiento a la desesperada que por suerte no acabó dentro.
A la espera de choques de mayor trascendencia, siempre sienta bien ir dominando los encuentros contra el máximo rival, y más si como hoy queda la sensación de que el equipo no ha ido al 100%.
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