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Los nombres de la Euroleague | Nemanja Nedović o el jugador fast food.

<<No te voy a engañar, si me pongo un partido del Unicaja Málaga hoy es sobretodo por ver al enano rápido. No veas cómo enchufa, lo loco que está. Pero si es el único alma capaz de sorprender al resto, ¿no lo ves? Se puede perder, pero al menos con él me doy una alegría. O dos>>. Estas son las palabras de un abonado malagueño al que llamaremos Manuel. Manuel sabe que en Nemanja Nedović (Nova Varos, Serbia, 1991) no está la clave de un equipo que aspire a ser campeón. O el mejor jugador de su Málaga, bien que sus números están diciendo que es el líder ofensivo. Manuel sabe que si uno se puede poner disfrutón y olvidarse un poco de todo es con el díscolo base serbio. <<Éste grita, el resto mira>>.

En el partido de la semana pasada ante Zalgiris.

Nemanja es de sobra conocido por todos. Es cierto que sobre él ondea la etiqueta de baloncesto fast food. Sí, aquél el cuál no es un gran conocedor del baloncesto pero consume lo primero que ve: Nedović es un jugón. Todos conocemos a alguien más o menos en este perfil. Qué vamos a decir por aquí cuando se lesionó Llull y todo eran requerimientos por fichar al bueno de Nedović.

Pero sí, comida rápida. Nemanja Nedović no es aún un jugador solvente, ¿por qué?. Quizá aquella lesión de hace un par de años en el músculo tibial con la cual llegaron a sonar noticias de retirada bombardearon su cabeza más de la cuenta. Una lesión grave que lo apartó de las canchas en un momento importante para un jugador jóven pero irregular, alguien que necesitaba crecer.

Joan Plaza le conseguía sacar partidos, pero esa lectura de las rotaciones un tanto encorsetada, aquella de la igualdad de oportunidades o el bloque de los veinte minutos para todos, terminaba por apartarle de las rachas. Y por tanto de convertirse en alguien real, de presente. Porque él es un jugador de rachas. De sentir el calor: el picorcito.

En realidad alguien introvertido, serio. Quizá fuera de la cancha es todo lo contrario a lo que parece dentro. Es como su Nova Varos natal, pequeño, rápido, acurrucado entre el verde y dispuesto a driblar como sus ríos. Y eso le hace bonito y especial.

Hace no mucho Manu Suárez -escuchen sus podcast de baloncesto vintage en nuestra web, si es que pasan por aquí y no lo hacen- escribía un tuit que pasó un poco desapercibido pero que creo que es la síntesis perfecta acerca del jugador balcánico: <<más Ponitkas futuribles para el Real Madrid y menos Nedović. Nedović para los flipaos y los canis>>. Bueno, ya sabemos como es Manu, tampoco se me enerven a mí. Pero quizá estamos hablando del punto culminante de un jugador que llena ojos y estómago de forma rápida. Quién no le querría tener en su propio equipo viendo sus highlights. Sus entradas en escena con ojos en blanco donde levanta su equipo y lo hace ganador del partido.

Una de sus cualidades, correr hacia el aro. Aquí, ante Tarczewski del Olimpia Milán.

Ya, pero Sasha Djordjević cuando quería ganar campeonatos metía en pista a Markovic.

Otra lesión sería la que le apartó el último Eurobasket de su selección. Quizá en su año: sin Teodosić, sin Marković, con Bogdanović y Marjanović. Él estaba llamado a liderar desde fuera de alguna manera. Cierto es que muchos ya situaban a Jović como un jugador importante para Sasha. Pero sin lesiones era quizá el momento de nuestro protagonista. Volvió a desaparecer, volvió a quedarse en Málaga, donde dicen que es feliz con Mina Milutinovic, su pareja. Nada de CSKA, nada de Estrella Roja. Otra vez volver a empezar, como quien dice.

El eterno volver a empezar en el que parece sumido este base de 191 centímetros. En Lituania, en Estados Unidos. En Málaga un año, y otro. Un físico que le permite solventar ciertas deficiencias en la comprensión del juego, como su defensa. Pero aún así en ataque por fin está siendo el líder que quizá se esperaba en algún momento que fuera: 15’9 puntos y 4’5 asistencias por partido para liderar a un Málaga irregular como lo ha venido siendo él. Paradojas.

En el partido de hace dos días, ante Milán. Tira ante la oposición de Bertans.

Todo son momentos. El momento para dejar de ser un jugador para flipaos, para asiduos al espectáculo puro. Quizá es el momento de beber de esa new age serbia que ha inculcado Sasha Djordjević: buenos pero comprometidos con la victoria. Seriedad. Quizá es el momento de ser un jugador de verdad, que asuma no sólo ataque sino compromiso, deje sus momentos y comprenda situaciones. Que mantenga el pico tan alto al que puede llegar en ocasiones no como algo ocasional, sino en el tiempo. Y dejar de estar en Málaga donde dicen que es feliz con Mina, sino de pertenecer a los partidos. También. Y entonces hablaremos de quién puede llegar a ser.

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