A todos nos gusta identificarnos con un equipo. Este puede ser el del lugar de nacimiento, el del lugar donde vivimos o, simplemente, un equipo al que tenemos cariño sin que tenga que haber un por qué. Y a todos nos gusta, o al menos a una gran mayoría, que haya en ese equipo jugadores con los que identificarse. Normalmente porque sean de la ciudad o país del que somos originarios. Pero más aún, si esos jugadores se han formado en “la casa”. Es decir, aquellos jugadores que podemos considerar cantera.
Sé que existen personas que incluso presumen de no tener un jugador nacional, en este caso, español, en su equipo. Pero sus razones no entran en un artículo como este.
La cantera, es decir, jugadores formados en las categorías inferiores de un club. Pertenezco a una generación que vivió el boom del baloncesto en España. Tenía 13 años cuando se consiguió la medalla de plata en los JJ.OO. de Los Ángeles. Aquel equipo, qué gran equipo, lo formaban jugadores que, en su mayoría,, habían sido formados en los equipos donde militaban. Corbalán o Fernando Martín en el Madrid, Solozábal o Epi en el Barcelona, Arcega en el CAI o Margall en el Joventut. Eso hizo que junto con la gran gesta que supuso aquella medalla de plata, el aficionado se identificara todavía más con aquellos que eran canteranos.
Hoy en día es diferente. Todo se ha globalizado. Casi todo para bien. Y en lo referente a la cantera no iba a ser menos. Cada vez es más habitual encontrarnos con chavales muy jóvenes nacidos fuera de nuestras fronteras. ¿Esto está bien o no? ¿Cortan estos chavales la progresión de aquellos nacidos aquí? Pues habrá casos en que sí pero en su gran mayoría no. La competencia siempre es buena. Es más, es muy necesaria en todos los órdenes de la vida. Aquel que haga méritos para llegar al primer equipo lo hará sin importar de dónde sean sus compañeros. Y es muy posible, además, que el hecho de encontrarse en el equipo con otros grandes jugadores haga que el trabajo y esfuerzo aumenten y eso ayude a conseguir el sueño de todo chaval. Llegar al primer equipo.
Existe cierta controversia en algunos sectores en lo referente a considerar “canterano pero…” a aquellos chicos no nacidos aquí. Pero si nos guiamos por la definición de canterano, aquel jugador formado en las categorías inferiores de un club, lo son. Y, ¿qué pasa con la identificación del aficionado con aquel jugador canterano pero extranjero? ¿Merma? No debería. Como madridista la satisfacción y el orgullo que siento al ver a Doncic jugando con los mejores en la NBA es la misma que si en lugar de haber nacido en Eslovenia fuera madrileño, murciano o vigués. Luka es un chaval que llegó al Madrid con 13 años y que con su esfuerzo y talento ha llegado a donde ha llegado. Y lo que le queda, por supuesto. Sólo cambia el pasaporte.
En definitiva. Hablamos de un mundo globalizado, de competencia. Algo, hasta ahora reservado a los adultos y que ahora les llega a chavales muy jóvenes. Pero con esfuerzo, sacrificio, disciplina y, sobre todo, pasándoselo bien se llega a donde cada uno llegaría de todas formas. Otro tema, para otro artículo, sería si nuestra selección lo notará o no. Adelanto que mi opinión es afirmativa
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