La dolorosa derrota de anoche en la final de Copa, a manos de un Unicaja que fue superior desde el salto inicial, ha dejado muy tocada la imagen del entrenador madridista, Chus Mateo, que aparece señalado por muchos, entre los que se incluye un servidor, como el principal responsable de la imagen ofrecida por el equipo. Y es que el Real Madrid confirmó en el partido decisivo las malas sensaciones que venía ofreciendo durante toda la temporada ante rivales de cierta entidad.
Repasemos los principales errores que se le achacan al técnico madridista:
Equipo poco trabajado
El propio Chus Mateo lo admitió en la rueda de prensa posterior, en unas declaraciones que como poco suenan desconcertantes, el preparador dijo que falta trabajar la plantilla. Cualquier aficionado que siga el día a día del equipo puede observar que el entramado táctico del mismo brilla por su ausencia, y es difícil encontrar sistemas ofensivos más allá de que Campazzo genere a través del bloqueo directo. Esta dependencia absoluta del talento y la inspiración podría funcionar en una plantilla más autosuficiente ofensivamente, como la del año pasado, pero los mimbres de este año son diferentes, y exigen una ofensiva más estructurada que aproveche las virtudes de unos jugadores menos capaces de resolver a base de talento puro y duro.
Virtudes infrautilizadas
Que la plantilla tiene carencias no es ningún secreto, faltan perfiles concretos y necesarios en el baloncesto actual. Pero esto no quiere decir que falte calidad, pues el equipo ha demostrado ser élite europea en varios aspectos, sobre todo defensivos. El problema es que estas virtudes no se han visto, pues no se ha creado desde el banquillo el contexto apropiado para ellas. Como muestra tenemos el inicio de la segunda parte de la semifinal, donde la intensidad defensiva y la capacidad física de varios jugadores de la segunda unidad permitieron al equipo abrasar al rival a partir de la defensa y el contraataque. Es de esperar que un buen entrenador sea capaz de llevar el partido a donde más le conviene a su plantilla, y esto rara vez pasa con Chus al mando.
Falta de lectura durante los partidos
Uno de los principales debes de Chus Mateo, en toda su etapa como primer entrenador hemos visto que le cuesta horrores pedir un tiempo muerto para cortar parciales en contra, reaccionar con cambios cuando el equipo no carbura o alterar la rotación. Mientras que Ibón Navarro ayer cortaba cualquier conato de acercamiento blanco con tiempos muertos, o se “olvidaba” de Sima a pesar de haber apostado de inicio por él, su homólogo madridista veía a Fernando naufragar durante la práctica totalidad del segundo cuarto antes de dar entrada a Ibaka, insistía en los brates a pesar de su horrendo partido o no encontraba respuesta al pick&pop de Kravish a pesar de reconocer él mismo al descanso que era algo conocido. Son incontables las ocasiones en las que los ajustes rivales acaban decidiendo partidos porque nuestro entrenador se muestra incapaz de adaptarse y reaccionar a ellos, y la final no fue una excepción.
Exceso de respeto a las jerarquías

Hemos mencionado a los brates, que junto a su entrenador salen muy tocados del torneo. La Copa de Musa ha sido discreta (con la excusa de sus problemas en el tobillo) y la final de Hezonja fue de museo de los horrores. A pesar de esto hemos visto como ambos disponían de minutadas. En el caso de Hezonja jugando toda la segunda parte de la final, cuando un banquillazo de un par de minutos le hubiera venido bien al equipo y al propio jugador para resetearse mentalmente. Algo que también se puede decir de un Tavares que se vio superado en tramos del encuentro por la amenaza exterior de Kravish, y al que su entrenador se empeñaba en mantener en el campo a pesar de tener mejores alternativas para defender al pívot cajista, o de un Llull que se veía forzado a defender emparejamientos que a día de hoy no puede sostener. En la otra cara de la moneda tenemos la desaparición de jugadores a pesar de sus buenos minutos de salida, como Hugo o Ndiaye, o incluso un Ibaka que tuvo que esperar a que Bruno Fernando hiciera todo mal para tener su oportunidad tras su excelente partido en cuartos.
Convocatoria inexplicable
Quizá ligada al punto anterior, la convocatoria de Chus Mateo para los tres partidos se hace difícil de explicar. Y es que qué sentido tiene convocar a los cuatro pívots de la plantilla cuando no tienes intención de usar a uno (y a casi dos) de ellos, mientras tanto tus dos escoltas-combos suplentes se quedan fuera del roster, a pesar de tener a Musa con problemas físicos. No vamos a decir que Rathan-Mayes o Smith hubieran sido determinantes porque su nivel está dejando que desear, pero te hubieran permitido liberar algo más al bosnio para no forzar su maltrecho tobillo. Y quizá alguno de ellos hubiera podido hacer un mejor trabajo sobre un Perry que destrozó al equipo blanco. Es autolimitarse porque sí.

En resumen, la Copa ha dejado bien claro que los brotes verdes que queríamos ver a principio de 2025 no eran más que un espejismo. Y es que las formas, más aún que el resultado, confirman que los problemas que había en el banquillo blanco siguen ahí, si no han ido a peor. En pasadas temporadas vimos como los jugadores fueron capaces de cerrar filas y sacar la temporada adelante con grandes éxitos, pero la falta de liderazgo, y de talento para autogestionarse, en este grupo hacen que se necesite mucho más desde la pizarra, algo que parece que no está ahí.
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