El Real Madrid completó un año invicto como local en liga y mantuvo el liderato en solitario de la ACB con una victoria a medio gas, en la que Tavares e Ibaka abusaron de la pintura visitante, aprovechando la ausencia de los dos referentes interiores vascos: Hlinasson y Killeya-Jones.
Comenzó el encuentro como viene siendo habitual en el conjunto blanco: buscando a Tavares en la pintura; y el cavoberdiano, en un aviso de lo que sería su tarde, empezó castigando al cuadro visitante, exprimiendo su sociedad con Campazzo en el pick&roll, bien para anotar él o para generar ventajas al argentino. La intensidad defensiva, siendo Hugo González (hoy titular) su máximo exponente una vez más, hacía el resto y permitía a los blancos correr para dar el primer golpe en el partido ante un rival que se enganchaba a los 6 puntos de Abdur-Rakhman para mantenerse con vida en el encuentro.
Con el inicio de las rotaciones en el segundo cuarto el partido cambió, y es que la segunda unidad no tuvo su día. Ndiaye volvía a disponer de minutos tras sus semanas de ostracismo, y se le vio lejos de su nivel, acusando tanto la inactividad como la falta de confianza tras haber desaparecido de la rotación. Rathan-Mayes también vio aumentada su cuota de protagonismo y, como es habitual en él, alternaba acciones positivas con lances difíciles de comprender. Tan solo Ibaka parecía dar la cara en el quinteto suplente. Bilbao aprovechó esta situación para, agarrados a un inusual acierto exterior, recortar distancias y llevar el partido igualado al descanso.
Quizá buscando finiquitar el partido por la vía rápida, los de Chus Mateo salieron demasiado acelerados tras el descanso, atacando de forma precipitada y dando lugar a malos lanzamientos. Mientras tanto, el equipo bilbaíno llegaba incluso a conseguir ponerse por delante en el marcador. Fue en este momento cuando comenzó el recital de Tavares, dominador en ambos lados de la pista, el pívot madridista hizo de todo: anotó con facilidad ya fuera recibiendo en la pintura o aprovechando sus oportunidades tras el rebote ofensivo, cerró el rebote en área propia y generó el pánico en el ataque rival a base de tapones. Junto a un Llull más microondas que nunca (11 puntos en el tercer cuarto, con tres triples anotados) bastó para volver a abrir la ventaja y sellar un parcial de 29-18 en el tercer período.
Casi al final del cuarto se sentaba Tavares y los interiores rivales parecían suspirar aliviados, pero Ibaka mantuvo el nivel de su compañero. Muy serio defensivamente, cumpliendo también su cuota de intimidación y añadiendo un festival anotador (11 puntos en el último cuarto para un total de 19), el pívot hispano-congoleño fue el encargado de dar la puntilla al choque, demostrando que quizá debería ganar en minutos e importancia en la rotación para los días claves. La superioridad madridista bajo los tableros fue demasiado para un Bilbao Basket que acabó entregando la cuchara en el último parcial, por lo que el final del partido fue plácido, y permitió gestionar descansos y dar minutos a jugadores menos habituales, cerrando así una victoria tranquila y el primer puesto de la clasificación una semana más.
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