El conjunto merengue consiguió, a la segunda oportunidad, su billete a los cuartos de final de la Euroliga. El rival será el ganador de la fase regular, un Olympiacos que ha logrado meter a dos jugadores entre los 10 mejores de la competición, que son sus fichajes estrella del pasado verano, Sasha Vezenkov y Evan Fournier.
Primer cuarto de gran acierto blanco, con un 7 de 8 en tiros de larga distancia, que permitía al equipo alcanzar una cómoda ventaja de 16 puntos. El balón se compartió de forma eficiente, buscando siempre un pase más e involucrando a todos los jugadores del quinteto. Cosa que no hizo Bayern, obcecado en el tiro de tres y sin buscar opciones más cercanas a canasta.
Esto cambió para los bávaros con la entrada de Shabazz Napier. El base americano dotó a los de Herbert de un mayor dinamismo y energía, subiendo de esta manera el acierto desde más allá del 6’75, algo vital para el campeón alemán. Por otro lado, el conjunto de Chus Mateo dejó de pasar el balón, con penetraciones suicidas que se materializaron en pérdidas sin sentido. Pese a esto, el equipo local consiguió ganar el cuarto gracias a un inspirado Mario Hezonja, que acabó la primera mitad con 15 puntos.
El tercer cuarto continuó con la tónica del segundo, centrado en el intercambio de canastas. Los blancos intercalaron el acierto exterior con balones hacia Tavares en la zona, y hacia Hezonja en el poste medio. Los de Herbert continuaron con el buen acierto exterior del segundo cuarto, pero pisaron muy poco la zona, a excepción de grandes jugadas individuales de Shabazz Napier.
El último cuarto terminó siendo un trámite, con un Bayern intentando recortar la desventaja de 20 puntos, y el Real Madrid economizando esfuerzos y dando minutos a la segunda unidad. La ventaja final fue de 93-71, confirmándose así la comparecencia blanca en los cuartos de final de la competición, enfrentándose por tercer año consecutivo a Olympiacos en las eliminatorias para el título.
Ganar 3 partidos al conjunto griego sin factor pista parece una hazaña en estos momentos, pero el baloncesto es imprevisible.
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